miércoles, 18 de mayo de 2011

Mi voluntad es que haya paz.

Hoy vamos a examinar la voluntad que compartes con Dios. Dicha voluntad no es lo mismo que los vanos deseos del ego, de los cuales emanan las tinieblas y la nada. La voluntad que compartes con Dios encierra dentro de sí todo el poder de la creación. Los vanos deseos del ego no se puede compartir y, por lo tanto, no tienen poder alguno. Sus deseos no son infructuosos en el sentido de que pueden dar lugar a un mundo de ilusiones en el cual puedes crear ciegamente. Desde el punto de vista de la creación, no obstante, son ciertamente infractuosos, pues no dan lugar a nada que sea real.

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